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Pero sobre el escenario,  mientras  acepta  preguntas  y camina  como  un  animal  enjaulado,  su cuerpo  parece dilatarse y su  voz  adopta  resonancia,  y  a  diferencia  del  Matojo  no  lleva guardaespaldas  y el escenario  está desprotegido  y las preguntas no están cribadas y él las contesta bien, y en los mejores mítines locales al público le brillan los ojos, y a diferencia de los ojos de pájaro  muerto  de  Gore  o de la  mirada  furiosa  y  arrogante  del Matojo,  los ojos de McCain son grandes y sinceros y están llenos  de  una  luz  inspiradora  muy  atractiva  que  es o bien  devoción  por  causas  que  no  son  el  interés propio  o bien  amor de demagogo al amor del público o bien un ansia insaciable de convertirse en el hombre blanco más poderoso de la Tierra. O las tres cosas a la vez. La cuestión, para explicarlo de la forma más simple posible, es que existe una tensión entre el atractivo de John McCain y la forma  en  que ese atractivo  debe  estar estructurado  y  presentado  a fin de que pueda ser elegido. A fin de que ustedes lo compren. Y los medios de comunicación -que son, al fin y al cabo, la caja en la que John McCain les es  llevado a ustedes, y que son prácticamente el único acceso que tienen ustedes a él, y que a su vez se componen  de gente individual,  de votantes,  y algunos de ellos Votantes Jóvenes-, los  medios  de  comunicación  ven  esta tensión, la sienten, sobre todo las filas de periodistas  de los autocares de la campaña McCain2000.  No crean que no la ven. Y no olviden que son humanos, o que la forma en que van a resolver esa tensión y a decidir cómo ven a McCain  (y por tanto cómo les van a mostrar a McCain a ustedes)  dependerá mucho menos de la ideología política que de las batallas que se libren en el  pequeño interior de cada reportero entre el cinismo y el idealismo y el marketing y el liderazgo. Por ejemplo, el National Review, en la extrema derecha, llama a McCain «delincuente y fanfarrón», mientras en la vieja izquierda el New York Review of Books opina que «McCain no es el anti-Clinton

... McCain es más bien el no-Clinton, del mismo modo que el 7Up era la no­ Cola: sabor distinto, mismo contenido de azúcar», y el política­mente indiferente Vimity Fair cita a expertos de Washington de afiliación desconocida que dicen que: «La gente no tiene que subestimar para nada la astucia [de McCain). Sus posiciones, en muchos casos, están muy calculadas en términos de atractivo mediático».

ARRIBA SIMBA

En su libro "Hablemos de Langostas" el afamado y lamentablemente desaparecido escritor David Foster Wallace, reunió una serie de artículos editados en diferentes revistas sobre los temas más disímiles. Con un estilo directo, irónico y muchas veces descarnado, el autor utilizó todo su virtuosismo para relatar el otro lado de la escena de la campaña presidencial estadounidense durante el año 2000. En su artículo "Arriba, Simba", inmerso en un estilo literario sin conseciones, Wallace hizo periodismo "gonzo" a la altura de Hunter Thompson. Las artimañas mediáticas, el marketing y la manipulación del discurso fueron moneda corriente en la carrera política por la presidencia de USA a principios de este siglo. Aceramos unos fragmentos de esta obra en la que el autor retrató como ningún otro el submundo de la política norteamericana.

     [...]Y en los momentos en que gana su cinismo, encontrarán ustedes que es posible ver hasta las cualidades más atractivas de McCain como simples estrategias de marketing. Su famoso hábito de sacar a colación los puntos negros de su pasado, por ejemplo -las malas notas, el desastroso divorcio, su acusación en calidad de uno de los cinco implicados en el escándalo Keating-, podría ser sinceridad verdadera y apertura, o bien podría ser la forma astuta que tiene McCain de adelantarse a las críticas ajenas criticándose a sí mismo antes de que pueda hacerlo nadie más. La modestia con que habla de su heroísmo como prisionero de guerra -«No hace falta mucho talento para que te peguen un tiro»; «Yo no fui un héroe, pero tuve la suerte de servir en compañía de héroes»- podría ser verdadera humildad, o bien podría ser una forma inteligente de representarse a sí mismo como alguien al mismo tiempo heroico y humilde.

 

     Se puede llevar a cabo la misma clase de análisis disyuntivo sobre casi cada punto de este candidato. Hasta la increíble resistencia física de la que da muestras en la Senda podría ser un resultado de la energía natural de McCain y de lo mucho que disfruta de la gente, o bien podría ser una ambición desmedida, un ansia tan grande de ser elegido que lo lleva más allá de los límites de la cordura humana. La palabra más adecuada aquí es <<cordura»: el Matojo se aloja en hoteles de lujo como el Charleston Inn y viaja con su propia almohada personal y le gusta dormir hasta las nueve, mientras que McCain pasa las noches en horribles hoteluchos de cadenas y bebe refrescos directamente de la lata y se mueve de una forma en que únicamente las anfetaminas pueden hacer que se mueva una persona normal. Anoche la caravana del Hablando Claro no llegó de vuelta al hotel Embassy Suites hasta las doce menos veinte de la noche, y por lo que se dice McCain se quedó levantado en compañía de Murphy y Weaver planeando formas de responder a la respuesta de Bush2 al anuncio Negativo que McCain está pasando en respuesta al nuevo anuncio negativo de Bush2 durante tres horas después de la llegada, y ya se sabe que levantarse y ducharse y afeitarse y ponerse un traje como es debido tiene que ocupar cierto tiempo si eres un tipo que no puede levantar los brazos más arriba de los hombros.

 

*DAVID FOSTER WALLACE (2008) "ARRIBA, SIMBA. Siete días de campaña de un aticandidato" En: Hablemos de langostas. Buenos Aires: Ed. Sudamericana

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    * [...] Tampoco es una cuestión de mentir o no mentir. Todo el mundo sabe que el mejor marketing usa la verdad: es decir, que a veces una marca de pastas de dientes es mejor. Esa no es la cuestión. La cuestión, en lo que respecta a los líderes, es la diferencia entre simplemente creer a alguien, y creer en ese alguien.    

 

[...] En persona,  McCain  no es una  esbelta y hermosa  presencia  telegénica como lo son el representante Mark Sanford o el Matojo . McCain  es bajo y poca  cosa y rígido de una forma un poco retorcida. Los trajes le suelen venir un poco grandes. Tiene una voz débil de tenor que no resulta  ni hipnótica  ni conmovedora per  se.

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