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PENSAMIENTO CRÍTICO

Desentramar la manipulación mediática y comprender los mecanismos de los discursos de la posverdad, implica el desarrollo de capacidades particulares emparentadas con la reflexión crítica de la realidad y a través de ésta, la toma de conciencia de lo oculto y lo velado. La participación de la educación en este proceso resulta crucial y necesaria.

La llamada “teoría crítica” nace al calor de los desarrollos de diferentes grupos intelectuales emparentados de manera más o menos cercana con la “Escuela de Frankfurt”. Dichas agrupaciones, centran sus actividades en la década del ‘30 durante el siglo XX, retomando los desarrollos del filósofo y economista Karl Marx y su teoría sobre la sociedad capitalista, e intentan ampliar sus conceptualizaciones incorporando elementos de la psicología freudiana y otros aportes de diferentes filósofos. El principal objetivo de esta escuela fue establecer criterios racionales para avalar la construcción de un mundo más justo, más solidario y más igualitario, enfrentándose a la racionalidad instrumental en la que se basa el sistema capitalista.

Eric Drooker - Grass roots

Por medio de la recuperación de la subjetividad humana, los desarrollos de la teoría crítica avanzan en la construcción y explicitación de los elementos que instalan al hombre como productor de la historia. Rescatan al sujeto histórico como componente central de la “racionalidad crítica”, en pos de una construcción dialéctica del conocimiento y de los criterios de verdad. Lo que buscan es una toma de conciencia de la realidad histórica que se presente como transformadora del orden social vigente, emancipatoria y capaz de devolverle la voz y la capacidad de acción a los dominados y excluidos por un sistema basado en la desigualdad y la explotación del hombre por el hombre. Esta voluntad transformadora y emancipatoria, se expresa por medio de la “Praxis” como proceso de unificación de la teoría y la acción política en pos de la reflexión, autorreflexión y toma de conciencia de los sujetos dirigida hacia la utopía de la transformación social.

Hacia la década del ‘70, comienzan  a producirse en el ámbito educativo, discursos basados en los desarrollos de la Escuela de Frankfurt, que entendieron a la educación como parte constitutiva y reproductora del sistema capitalista. Las críticas a la escuela no se hicieron esperar y formaron parte de un debate más amplio al que tiempo después se incorporaron las miradas de educadores y cientistas sociales que entienden a los fenómenos educativos como prácticas complejas que pueden fomentar la reproducción del orden social vigente pero a su vez, convertirse en instancias potenciales para el desarrollo de conciencia y práctica emancipatoria. Nació así la Pedagogía crítica. El rol social que asumimos como docentes nos interpela ante esta complejidad. Gracias a la teoría crítica podemos asumir que la educación nunca es una práctica neutral, desligada de los avatares políticos y económicos, y mucho menos de los mecanismos de explotación y dominación propios del sistema.

Es nuestra responsabilidad como educadores hacer de la escuela un lugar de lucha por los significados. Asumir esa lucha como parte estructural de una práctica emancipatoria, para en conjunto -estudiantes y maestros- poder formarnos en el desarrollo de una conciencia crítica sobre nosotros mismos y sobre nuestro contexto social, buscando siempre construir espacios más igualitarios y democráticos. Avanzar en brindar herramientas para revisar y discutir con argumentos sólidos los enunciados emanados desde el poder, es un paso ético inevitable en nuestra tarea. Un mundo más justo es posible. Una práctica educativa que colabore en esa dirección, nos resulta impostergable.  

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